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Obra de protesta en Los Ángeles por la extensión del copyright |
De paseo por el blog
Cartoon Brew me he encontrado con un post en el que se hacía referencia a la particular protesta artística que un tal
Denmark hacía de la extensión de la ley del
copyright. No es casualidad que el artista eligiera como símbolo de su protesta la reconocible forma de
Mickey Mouse, y es que la compañía
Disney, propietaria de los derechos del ratón, realizó en el año 1998 una controvertida maniobra para alargar el periodo legal de explotación de sus primeras obras. Y es que cuatro años más adelante expiraba el
copyright de los primeros cortometrajes que realizó la compañía, entre las que se encontraban algunas piezas de
Mickey Mouse. De esta forma, estas obras habrían pasado al dominio público. Sin embargo, gracias a la
Sonny Bono Copyright Team Extension Act, o
Mickey Mouse Extension Act, como se la denominó sarcásticamente,
Disney evitó perder a su gallina de los huevos de oro. No es la primera vez que se ha producido una extensión del
copyright fruto de fuerza ejercida por los diferentes
lobbies de presión. Lawrence Lessing, profesor de derecho y fundador de las licencias
Creative Commons, ha ironizado varias veces sobre como el
copyright se renueva cada vez que
Mickey Mouse está a punto de entrar en el dominio público.

Resulta increíblemente paradójico como precisamente
Disney, una compañía que ha vivido durante décadas de la explotación de obras ajenas (
La Sirenita, Alicia en el País de las maravillas, Pinocho, El jorobado de Notre Damme, Dumbo, Robin Hood, Blancanieves y un largo etcétera), sea la bandera en esta lucha contra el dominio público. Lo que es incorrecto no es lo que hizo Disney en su día, servirse de historias generadas con anterioridad para hacer su propia versión, con sus maravillosos profesionales y medios, y de ésta forma revolucionar la animación y el cine. ¿Quién puede estar en contra de eso? Absolutamente nadie. De la misma forma que en su momento Lewis Carroll o los hermanos Green no pudieron denunciar a
Disney por la utilización comercial de su obra, ahora esta compañía no debería poder hacerlo. Sin embargo, los medios de presión de antes no eran los de ahora.
Bajo ningún concepto se debe confundir todo esto con el derecho del autor de vivir de su obra. El copyright no expira, si no recuerdo mal, hasta 70 años a partir de la muerte del autor, y unos cuantos más si nos encontramos ante una obra corporativa. Estamos hablando de que después de la muerte del autor, sus hijos y casi sus nietos seguirán recibiendo beneficios de una obra que ellos no han realizado. Parece suficiente premio. Aquí lo que se discute es si tienen que estar viviendo de estas obras un montón de accionistas chupóteros que con bastante seguridad ni siquiera habrán visto la mitad de las obras por las que están cobrando.
Os comparto el cortometraje que marca el ciclo de explotación del copyright. Es el famoso Steamboat Willie de Disney, su primer corto sonoro que tal vez algún día pertenecerá al dominio público, si se hace cumplir la ley.
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